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Mi cuñado, mi socio
Entrevista a Eduardo Favier Dubois (h). Presidente del IADEF.
«Mis hermanos y yo heredamos 300.000 pesos cada uno. Tenemos una relación normal y pensamos asociarnos para retomar un negocio que tuvo mi padre.¿Cuáles son las ventajas y desventajas de concretar una iniciativa familiar y cuáles son las precauciones básicas a tener en cuenta?» (Miguel Velilla, Resistencia.)
Primero, las ventajas. El afecto, la confianza y la rapidez para adoptar decisiones juegan a favor en contextos de armonía, aunque también afloran con mayor rapidez y menos tapujos las rivalidades, competencias, celos y la eventual interferencia de los parientes políticos (como son los cuñados, suegros, yernos y nueras).
Eduardo Favier Dubois, abogado del estudio Favier Dubois & Spagnolo y presidente del IADEF (Instituto Argentino de la Empresa Familiar), remarcó ante Viernes que es fundamental hacer un esfuerzo en organizar, lo más formalmente, este tipo de asociaciones. «Si se organiza, la empresa familiar es más fuerte que las no familiares», aseguró y agregó que por el contrario, «si no se organiza, va a afrontar grandes conflictos y puede perecer al pasar a la siguiente generación».
A los pasos que se deben dar para iniciar cualquier tipo de empresa hay que agregar una organización interna basada en un «pacto familiar» o protocolo de empresa familiar. «Se trata de un acuerdo privado entre todos que va a regular las relaciones entre los miembros de la familia, la administración de la empresa y la propiedad de la sociedad», describió Dubois. Detalló que algunos de los temas propios del protocolo son: las comunicaciones entre los miembros de la familia, el manejo de los conflictos y el mantenimiento de los valores familiares; la profesionalización de la gestión de la empresa, la división de funciones entre los familiares en las diversas áreas, la contratación de profesionales externos y el manejo del personal; el equilibrio entre los sueldos y honorarios de los que trabajan en la empresa respecto de los dividendos y retiros de los que sólo son propietarios del capital social; el ingreso de la siguiente generación a la empresa como empleados y/o titulares del capital por herencia o donación.
Para el especialista, el protocolo requiere de la ayuda externa de un «consultor de empresa familiar», que es un profesional especializado con formación o herramientas de psicología social, management y derecho, quien debe ganar la confianza de la familia e iniciar un trabajo de indagación, comunicación y consensos, que lleva su tiempo. «Terminado el protocolo o acuerdo, para darle fuerza legal, hay que trasladarlo a instrumentos jurídicos, como son las cláusulas especiales de los estatutos, reglamentos societarios, fideicomisos, donaciones con reserva de usufructo y testamentos, entre otros», concluyó.
Fuente: Suplemento VIERNES del Diario Ámbito Financiero.AQUI