La visión de un empresario que con sólo 38 años ya apuesta a la nueva generación en la empresa familiar agropecuaria
Jorge Saenz Rozas se hizo cargo de la empresa familiar agropecuaria de su padre a los 27 años y planteó estrategias a largo plazo. Ahora, el objetivo es hacerla más atractiva para que sus hijos y sobrinos se incorporen.
Jorge Saenz Rozas, con apenas 27 años, tomó las riendas de la empresa familiar en 2009. Su impronta fue “profesionalizar” la empresa familiar. Y hoy, con 38 años, y con el respaldo de ser parte del grupo Crea, ya está apostando a que la nueva generación de la familia se empiece a integrar en las decisiones comerciales y productivas.
Jorge nació y se crió en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Pero todos los veranos se iba al campo familiar situado en la localidad bonaerense de Tres Arroyos. Desde ahí que la actividad comenzó a “picarle el bichito” por el sector.
Es así que se perfiló por alguna carrera relacionada al sector agropecuario. En 2005 se recibió de Ingeniero en Producción Agropecuaria y la primera experiencia la hizo en un campo de Pergamino. Estuvo 4 años hasta que se metió de lleno en la empresa familiar en 2009 que era comandada por su padre.
Profesionalizando la empresa
“Por consejos de Crea, comenzó una transición de la empresa que era unipersonal a una sociedad de hermanos”, comenzó explicando Jorge.
“Como familia empezamos a trabajar en la transición. Había reuniones periódicas con consultores y asesores, muy motivados por el grupo Crea. Y se fue dando naturalmente. Algunas empresas del grupo ya habían pasado por ese proceso, uno se siente contenido», sostuvo.
Más allá que es el menor de los 4 hermanos, tomó el mando de la empresa familiar con apenas 27 años. “Mis hermanos ya trabajaban directamente en el campo, pero no asumían un rol de liderazgo por distintos motivos”, dijo.
La empresa de la familia que maneja Jorge siembra 1.800 hectáreas entre fina (trigo y cebada) y gruesa (soja, girasol y maíz) y suma la ganadería con un plantel de 350 vacas e inverna unas 1.000 cabezas por año.
A su llegada, modificó el funcionamiento y plasmó objetivos a largo plazo. La primera impronta fue tender hacia el profesionalismo.
Incorporar a la familia
La segunda, agregó, es hacer partícipe de las decisiones estratégicas a los integrantes de la empresa familiar. “Hicimos ejercicios de cómo imaginábamos la empresa a 5 años. Durante 6 o 7 meses pensamos a dónde queríamos llegar como empresa. Lo hicimos en 2012, para prepararnos para el 2017, y lo volvimos hacer ese año, para imaginarnos el 2021”, aseguró.
En este sentido, explicó que invitan a que vayan incorporando a la tercera generación (hijos y sobrinos), que sean mayores de edad, a que se sumen a esos encuentros.
”Estamos planteando los objetivos para los próximos 5 años. El principal desafío es hacer una empresa atractiva para las generaciones que vienen, siendo modernas para que se puedan quedar con las nuevas profesiones que elijan”, explicó.
“Cultivamos mucho de que ellos aprendan sobre la actividad, pero por sobre todo, que aprendan a ser miembros de la empresa, y tomar decisiones en el ámbito que le correspondan”, agregó.
La tercera virtud que le dio Jorge a la empresa fue eficientizar el uso de los recursos utilizando herramientas tecnológicas. “Están al alcance de las mayorías, tanto tecnologías como: aplicaciones móviles, imágenes satelitales, monitores de rendimiento, agricultura variable como tecnologías de procesos, como son las buenas prácticas agrícolas”, especificó.
Un párrafo aparte le dedicó a la importancia de ser miembro Crea, en la cual hoy está en el equipo de Investigación y Desarrollo. “Es un anillo de contención ser parte de un grupo Crea, no me imagino fuera de uno porque me sentiría solo. Me aportó una gran capacidad de compartir datos y experiencias y, te permite crecer porque se construye un nuevo horizonte”, cerró.
Autor:
Esteban Fuentes
Clarin rural
La Empresa Familiar Agropecuaria
La Profesionalización de la Empresa Familiar