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La importancia de la mirada especializada
Hemos hablado en alguna otra oportunidad sobre las particularidades de la empresa familiar. En especial de la conjunción de diferentes ámbitos -empresa, familia y propiedad- y de la gran cantidad de situaciones que genera la interrelación entre ellos. De cómo la empresa y la familia gestione cada una de estas situaciones, se irá fortaleciendo o, por el contrario, se irá debilitando.
Existen algunos momentos en los que es fundamental el acompañamiento de algún profesional en la materia para que ayude a la familia y también a la empresa a transitar esos desafíos. Podríamos citar, por ejemplo, cuando es necesario pensar quien reemplazará al fundador de la empresa; cuando los hijos están en edad de formar parte de la empresa y no se tiene muy claro cómo hacerlo; cuando algún familiar político desea entrar a formar parte de la gestión de la empresa, etc.
Una mirada especializada provista por un profesional que se ha preparado específicamente para procesos de este tipo, puede ser de gran ayuda en la construcción de acuerdos comunes.
Si lo dicen de afuera…
Cuántas veces les habrá pasado que, por ejemplo, emiten su opinión sobre alguna cuestión y aquellos allegados más cercanos les dicen que están equivocados. Hasta que escuchan exactamente lo mismo dicho por otros y, de manera mágica, ¡ahora están de acuerdo! ¿Por qué tendría mayor validez cuando lo dice otro? Quizás por el viejo refrán “Nadie es profeta en su tierra”. Más allá de esto, es cierto que el profesional tiene a favor el no estar condicionado por la historia familiar que comparten el resto de los miembros y que muchas veces les juega en contra.
¿Cuál es concretamente la tarea del profesional externo?
Esta es una pregunta muy importante. El asesor externo debe proveer acompañamiento y no llegar a la empresa o a la familia como un oráculo con todas las respuestas. Como hemos dicho en otras oportunidades, todas las familias son únicas, si bien comparten problemáticas comunes.
El consultor de empresa familiar debe ayudar a que esa familia particular descubra el mejor camino para ella y facilite capacidades o recursos que, a su vez, favorezcan un desarrollo autónomo y sustentable para la gestión de las relaciones entre familia, empresa y propiedad. Por eso es importante que el profesional esté formado en varias disciplinas y que cuente, de ser posible, con colegas especializados en otras materias que puedan ayudarlo en caso de ser necesario.
Respeto a la cultura familiar
Es imprescindible que el consultor tenga una actitud de extremo respeto por la cultura familiar que encuentra. No debe juzgarla, opinar, ni pretender que hagan lo que él diga. Todo lo contrario. Quien acompaña el proceso debe ayudar, con las herramientas técnicas de las cuales dispone, a que la familia encuentre, opte y comience a desarrollar su propio camino. Y una vez que las herramientas se encuentran apropiadas por la familia, alejarse con la satisfacción de la tarea cumplida.
Una definición
Actualmente, estoy cursando el Programa de Certificación para Consultores de Empresa de Familia (CEFC®), dictado por el Instituto Argentino de la Empresa Familiar. Un espacio donde junto a otros consultores estamos validando nuestros conocimientos e incorporando otros, de la mano de renombrados especialistas en la materia. En una de las últimas clases, conversábamos justamente sobre cómo definiríamos al consultor de empresa familiar. Les comparto una de las definiciones que surgieron:
“Persona con formación sistémica que, a través de metodologías específicas de trabajo, ayuda a visualizar situaciones conflictivas o potencialmente conflictivas, en el patrimonio y/o en los vínculos de la familia, y que acompaña a encontrar una solución y herramientas que se adapten a las posibilidades del cliente”.
Quienes acompañamos estos procesos, tenemos una ardua tarea por delante, sin dudas, recompensada ampliamente cuando asistimos a la consolidación de empresas y familias.