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Empresas Familiares Suizas.
¿Cómo transferir a la siguiente generación la propiedad de una empresa familiar?
Un problema que comparten muchas compañías y un desafío que puede abordarse de múltiples maneras.
El año pasado, dos de las dinastías corporativas familiares más antiguas de Suiza–Diethelm y Keller- diluyeron el control que tenían sobre el grupo multinacional DKSH para llevar a la compañía a cotizar en bolsa.
De golpe, la que era entonces la empresa privada más grande de Suiza entró de lleno a una nueva etapa ahora como compañía pública.
En Suiza, nueve de cada 10 empresas son firmas familiares –casi todas son pequeñas o medianas (PMEs), esto es, con menos de 250 empleados-. Y cada año, 20% debe encarar el reto de la sucesión debido a que sus dueños se aproximan a la edad jubilatoria.
Algunos corporativos consiguen mantener el control familiar durante varias generaciones, y la banca privada es un buen ejemplo de ello. Pero el grueso de las compañías helvéticas suelen quedarse en manos familiares durante una generación o dos, para luego ser vendidas a nuevos socios o simplemente, para desaparecer.
“Comparado con países vecinos como Alemania o Italia, en donde existe una tradición dinástica más profunda, en Suiza, existen pocas transmisiones al interior de las familias”, dice a swissinfo.ch Marcel Widrig, especialista en firmas familiares en la consultora PricewaterhouseCoopers.
Y explica que esto se debe a que el mercado doméstico suizo es más pequeño que el de otras economías, lo que limite el tamaño que pueden alcanzar las PMEs.
“No hay muchas compañías en Suiza que tengan el volumen de ventas o la rentabilidad necesarios para contratar asesores legales o fiscales que les ayuden a suavizar la transición generacional. El tamaño de la empresa tienen una gran relevancia en estos casos”, dice Widrig.
Por otra parte, los dueños de las empresas suizas tienen la posibilidad de vender sus acciones bajo un esquema libre de impuestos, lo que hace más atractivo que en otros países europeos el abandonar los negocios.
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Mantener el control
No obstante, la venta de empresas familiares no implica que este tipo de empresas se estén abandonando en el mundo empresarial helvético. La proporción se mantiene bastante estable porque mientras algunas desaparecen, otras son creadas.
En el año 2012, el registro mercantil suizo dio cuenta de la creación de 10.000 nuevas firmas, según el grupo de investigación de mercado Dunn & Bradstreet.
Y el hecho de que una empresa cambie su estatus de compañía privada a pública, tampoco implica que las familias fundadoras conserven la mayoría accionaria y los roles ejecutivos que aseguran la toma de decisiones.
Las familias Hoffman, La Roche y Oeri poseen la mayoría de las acciones del gigante farmacéutico Roche, mientras Alfred Schindler -la cuarta generación de esta familia- se ocupa de conducir los destinos de este fabricante de ascensores que cotiza en la bolsa.
Por su parte, la famosa marca de chocolates Lindt & Sprüngli, que opera en el mercado de valores desde 1986, tuvo a Rudolph R. Sprüngli –la quinta generación de la familia- ejerciendo el cargo de Director Ejecutivo y Presidente hasta el año 1994, y en la actualidad su hijo Rudolf es parte del consejo de la compañía.
Columna vertebral económica
Una sólida influencia familiar puede proteger a las compañías en los tiempos volátiles -ya que tiene un efecto benéfico estabilizador sobre la economía como conjunto-, afirma, Philipp Sieger, del Centro de Negocios Familiares de la Universidad de San Gallen.
“Las empresas familiares son modelos de negocio altamente sostenibles. Por lo general tienen altos niveles de capitalización que actúan como escudo en tiempos adversos, ya que son muy reacias a despedir a sus empleados cuando hay periodos difíciles”, dijo a swissinfo.ch
Las ventajas económicas que reporta mantener un ambiente robusto y sostenible para los corporativos familiares ha llevado a organizaciones como la Red Internacional de Empresas Familiares, o la fundación KMU Next, a ayudar a las firmas a resolver el problema de la sucesión.
Aun así, el proceso de transmisión se mantiene como uno de los principales dolores de cabeza de estas compañías, según Marcel Widrig de PwC, quien asegura que “los principales problemas de este grupos suelen ser temas sencillos como la falta de comunicación entre las distintas generaciones, o el hecho de que los distintos miembros de una familia no estén cantando con la misma partitura”.
«La complejidad que existe en las relaciones familiares puede hacer a una compañía más fuerte o puede quebrarla”, apunta en entrevista con swissinfo.ch.
Enfoque filosófico
En el año 2000, Victorinox, firma dedicada a producir las icónicas navajas suizas, atacó el problema citado transfiriendo directamente el control que tenía la familia Elsener a una fundación. Al haber entregado sus acciones, ningún miembro de la familia (ahora es la cuarta generación de ésta la que lidera la firma) puede desestabilizar la compañía en caso de disputas internas.
Patrick Fonjallaz es jefe de una de los negocios familiares más antiguos de Suiza y su visión sobre el problema de la sucesión es muy peculiar. En su caso, representa a la decimotercera generación de los Fonjallaz dedicados al negocio de los vinos en Vaud. Ya ha alcanzado la edad de la jubilación, pero aún tiene algunos años de trabajo frente a sí antes de que alguno de sus hijos –y solo si así lo deciden- herede el negocio, así que toma con filosofía la idea de partir.
“Espero que esto suceda dentro de 120 años como mínimo”, dijo el año pasado al periódico NZZ am Sonntag y luego añadió que, bromas aparte, es completamente cierto que la jubilación no es un tema que se plantee en el presente.
Autor: Matt Allen, swissinfo.ch
Traducción: Andrea Ornelas
Fuente: www.swissinfo.ch