Autora: Dra. Lucía Spagnolo. Abogada-Consultora de Empresa Familiar. Socia Activa del IADEF.

En el mundo actual, la proporción de mujeres que desempeñan cargos directivos de toma de decisión en las empresas y en particular en las empresas familiares, varía mucho según el área geográfica en que habiten, y por supuesto de acuerdo también a la cultura de la colectividad de pertenencia. Es así como en países desarrollados tales como España entre otros, la mujer desempeña un rol esencial, tanto en la formación de la familia como en la toma de decisión en la empresa familiar.

Por el contrario, en los países de América Latina, incluyendo a Argentina, ese desempeño disminuye sustancialmente siendo evidente la ausencia femenina en la conducción empresaria.

Se advierte una lamentable falta de aprovechamiento de las capacidades femeninas, algunas innatas y otras desarrolladas a través de la capacitación, que pueden aportar una visión distinta e integradora entre familia y empresa, brindando homogenidad, carisma, capacitación, instrucción, información, tópicos que deberían ser considerados a la hora de cubrir un puesto sensible, ejecutivo, y con experiencia en el negocio familiar.

Una gran fortaleza de las empresas familiares son sus valores y es precisamente la mujer, dotada de una especial inteligencia emocional, la encargada de trasladar los valores familiares a la empresa familiar, cualquiera sea su posición en la familia como esposa, madre, hermana, sobrina, o co-fundadora de esa empresa.

En la actualidad una paradoja que, a pesar de que en los últimos años, las mujeres tienen mayores capacitaciones en diversas especialidades profesionales universitarias, que las que logran los hombres, todavía el acceso y posicionamiento en las empresas se les hace muy difícil. En un mundo que la neurociencia avanza a pasos agigantados estableciendo claramente las diferentes capacidades intelectuales de los seres humanos y poniendo en un pie de igualdad la inteligencia emocional, que la racional, parecería que esos puestos deberían tener más en cuanta al género femenino, sobre la base del poder de interacción aplicado en cada momento y actividad por ellas, por su visión en la proyección tanto de la familia como la empresa, por su misión en ambas, y por su sensibilidad a la hora de tomar decisiones.

Donde sí aparece cierta asignación de puestos a las mujeres es en la parte de administración y control.

El desafío de la mujer es permanente, no solo debe capacitarse y pelear por su lugar, sino también luchar contra cuestiones culturales, como la del machismo. Muchos ejemplos existen al respecto, cuando por sobre todo, el líder prefiere a su yerno, que es un pariente político, que a su propia hija en la conducción y transmisión de mando del líder, con las consecuencias que ello acarrea en caso de disolución de vínculo matrimonial, y el riesgo de desintegración de la empresa familiar.

En nuestro país en particular nótese que solo el 17 % de las mujeres ocupan cargos directivos, y esta diferencia se acrecienta en el interior donde por tradiciones rurales o por culturas de colectividades, la mujer es relegada perdiéndose sus aportes a la creación de valor y a la continuación.

En el caso de las empresas familiares, la pasión y el sentido de pertenencia de cada mujer será esencial al momento de definir su rol, sea en la administración de la empresa o en la presidencia del Consejo de Familia, encargado de velar por las relaciones entre los miembros de la familia y la empresa.

Por nuestra parte, desde el Instituto Argentino de la Empresa Familiar (www.iadef.org), trabajamos para generar esa apertura de visión en las familias, generando canales de diálogo fundamentales para el desarrollo de la empresa Familiar y para que esa mujer, madre, esposa hermana, hija, sea reconocida en su capacidad para mantener a la familia unida y como un elemento fundamental para el crecimiento y para la continuidad de la empresa en el tiempo.