- Instituto Argentino de la Empresa Familiar
- info@iadef.org
- (54) 11 5866 9645
¿Cuánto les pago a mis hijos?
¿Cómo abordar esta decisión clave?
Es importante clarificar lo que cada uno gana en condición de qué: los dividendos como accionista, los honorarios como directores y los sueldos como empleados. Queremos volver sobre este último punto.
¿Cómo y cuánto hay que pagarles a los hijos cuando estos trabajan todos los días en la empresa familiar? La tensión que marca esta respuesta es la que se genera entre la equidad y la igualdad.
Muchas veces, en forma deliberada o no, se prioriza la igualdad porque se la entiende como un modo justo dentro de la familia, y una forma de evitar las diferencias entre los hermanos que en algún momento puede generar un conflicto. Se opta por pagar la misma cantidad de dinero a cada hijo, dejando de lado el trabajo que cada uno hace.
Pensando en la paz de hoy se alimentan las disputas de mañana. Creyendo que es la mejor forma de que nadie se sienta mal, se comete una injusticia en la empresa.
La desigualdad es inevitable porque en la mayoría de los casos “los hijos del dueño” hacen trabajos diferentes, no por decisiones arbitrarias, sin por diversos motivos:
- Han ingresado a trabajar a la empresa en distintos momentos, unos antes que otros, por lo que el que primero ingreso “creció” antes y más que el último. Tuvo más oportunidades porque estuvo más tiempo.
- Las condiciones y la vocación de cada uno los hizo “crecer” en áreas de la empresa que generaron oportunidades económicas diferentes. No es lo mismo un ingeniero con vocación de investigación cuyo “techo” es la Jefatura del Laboratorio de la empresa; que una inquieta “fiera comercial” cuyo techo es la Gerencia Comercial o la General.
- La voluntad y la tenacidad en el trabajo suelen ser diferentes. Hay hijos que trabajan más que otros.
No se le paga lo mismo a un empleado que ingresó a la empresa hace 10 años que a uno que entró ayer. Tampoco Jefe de Personal que al gestor que hace los trámites bancarios. Ni debería pagarse lo mismo al que trabaja más y mejor que otros, aunque ocupen puestos similares.
Todo esto, que es parte de la lógica con la que se les retribuye el trabajo a las personas que no son familiares, debería también aplicarse para los hijos. Eso sería equitativo. Daría a ellos, y a todas las personas que trabajan en la empresa, la sensación de que el sistema de retribuciones tiene cierta justicia.
Entonces, hacemos algunas sugerencias:
- Pague a cada hijo por el trabajo que hacer (importancias, antigüedad, jerarquía, desempeño).
- Págueles el mismo sueldo que le pagaría a cualquier persona que ocupara el puesto y no fuese miembro de la familia.
- Si quiere emparejar los bolsillos, que sus hijos tengan todos el mismo ingreso, aclárelo y acuérdelo entre todos, en un espacio y en un momento de la familia: nunca dentro de la empresa. Que el dinero que establezca la igualdad lo ponga la familia y no la empresa.
Se evitarán así muchas situaciones no deseadas:
- Que los hijos sientan que el trabajo que hacen no es medido con una vara justa.
- Que las personas que no son de familia, y que los propios hijos, sientan que lo que cobran es por el apellido que llevan y no por lo que hacen.
- Que todas esas situaciones, barridas bajo la alfombra mientras el padre está para decidir, sean “bombas de profundidad” que explotaran cuando no esté él para resolver.
Como siempre decimos: “ponernos de acuerdo mientras estamos de acuerdo” sin “patear para adelante” los temas delicados. Difícil, pero necesario. Y si no puede, pida ayuda.
Autor: Sergio Messing. Consultor de Empresa Familiar y Director de la Delegación Regional Santa Fe del Instituto Argentino de la Empresa Familiar (IADEF).
Fuente: Red de Expertos de Banco Comafi