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A ver si logramos que las cosas sucedan
¿Cómo hacer que la igualdad de género haga a la Empresa Familiar más competitiva y le posibilite procesos internos y estructuras más eficientes?
Conciliar la vida familiar y la profesional es un reto que implica múltiples dificultades que muchas mujeres deciden afrontar, sin embargo, la incompatibilidad de llevar adelante una vida familiar plena con las exigencias para ser exitosa en puestos directivos, hace que muchas mujeres renuncien, sobre todo en la etapa de la maternidad.
Desde una perspectiva cultural y social, la inserción de la mujer al mercado laboral, históricamente ha presentado muchas situaciones de desigualdades de género, por ejemplo, las tasas de desocupación femenina son más elevadas que la de los hombres, tienen menores ingresos, promoción diferente a determinados sectores de las actividades empresariales, horarios prolongados que no contemplan aspectos de la vida familiar, excedencias por maternidad poco extensas, etc.
Esta realidad también se evidencia en la empresa familiar, sobre todo porque la familia es el elemento central para salir adelante, tanto en sus mejores momentos como cuando tienen que resolver las crisis y propiciar las ventajas de ser empresa familiar. ¿Por qué sucede esto? Esto se debe a que la actividad de todos los integrantes de la familia empresaria repercute sobre todo el sistema, obligando inevitablemente a un reacomodamiento del resto de la empresa familiar y si nos encontramos ante una desarmonía y deterioro de vínculos provocada por estas desigualdades de género, se podrá perder la capacidad de ser una empresa competitiva e imposibilitada de organizar sus procesos internos en forma eficiente.
Por eso nos cuestionamos el hecho de por qué, algo tan simple, como hacer que el rol de la mujer en la empresa familiar, como un integrante más, no sea reconocido naturalmente como algo conveniente para el resto de la familia empresaria y que ello no se produzca en la ejecución del proceso organizacional.
Parece sorprendente que nos cueste advertirlo, pero esto responde a que este tipo de organizaciones superponen las finalidades del sistema familiar y el empresarial de modo tal que en una mirada sistémica, la interacción que se produce genera una serie de respuestas arbitrarias que en unos casos privilegian lo familiar sobre lo empresarial y viceversa, que atentan contra la conducción armoniosa y eficaz de la empresa de familia.
Disputas provenientes de viejos conflictos, intereses y objetivos contrapuestos, rivalidades, falta de profesionalización, el preconcepto de que el “hijo mayor” es el que debe continuar el liderazgo, una comunicación ineficiente, y enemistades varias, pueden llevar a que la familia empresaria no valorice a las “mujeres” de su empresa, manteniendo un “statu quo” muy difícil de cambiar en tanto no se modifique la cultura familiar que inevitablemente es trasladada a la cultura empresarial.
Si las mujeres del contexto familiar “niegan o ignoran” estas dificultades, el desafío se hará cada vez más acentuado, pero si se intentan y proponen cambios, ya sea en reuniones familiares o por medio de profesionales especializados en la problemática de la empresa familiar, con paciencia y decisión se podrá trabajar sobre cambios de actitud entre los miembros de la familia empresaria, demostrándose poco a poco que esos cambios influyen favorablemente en el sistema de la empresa familiar. Conseguir este equilibrio hará más productiva y eficiente la estructura de la empresa familiar.
Como resultado de esta revisión de vínculos se fortalecen los lazos familiares y se actualizan los valores que se han ido transmitiendo de generación en generación, revalorizándose la intervención de la mujer, que constituye un fuerte lazo de unión que mantiene y prepara a la empresa para encarar su futuro del mejor modo posible.
Naturalmente, la mujer sabe gestionar las emociones para un correcto desarrollo de la actividad en la empresa familiar, que lo logra teniendo una amplia visión de las relaciones empresa-familia y además, generalmente actúa como “mediadora” entre padres e hijos para conservar la armonía familiar, sobre todo en épocas de crisis o desacuerdos en la empresa y/o en la familia.
Otra característica inestimable de la mujer en la empresa es su oportunidad de educar a los futuros líderes, podrá participar activamente en el proceso formativo transmitiéndoles los valores familiares y la disciplina necesaria para convertirse no sólo en profesionales sino también en personas íntegras para continuar la transferencia de la empresa familiar para que esta se convierta en un espacio de crecimiento laboral y de desarrollo personal.
Concretar el reto de ser mujer y llevar adelante actividades directivas, nos lleva a tener la convicción de convertirnos en “protagonistas” de un cambio cultural más productivo en los procesos de crisis en la empresa familiar. Que en la empresa familiar este resultado sea posible, sería un desafío concreto de “A ver si logramos hacer, como dije al principio, que las cosas sucedan”.
Autora: Bibiana Kopita. Consultora de Empresa Familiar.