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Adiós a un Maestro de la Empresa Familiar
El pasado domingo falleció un gran profesor y una gran persona: Adolf Vilanova (ESPAÑA).
Adolf fue un hombre polifacético, que recordaremos por múltiples motivos, entre ellos, el de ser un pionero mundial en la gestión de la empresa familiar.
Orientó sus estudios hacia la filosofía y la teología, con la idea de ordenarse sacerdote. Pero la fatalidad y el amor por su familia truncaron su carrera. El temprano fallecimiento de su padre le obligó a ponerse al frente del pequeño negocio familiar, un negocio de torrefacción de café. Así, se vio truncada su carrera de obispo, como solía bromear años después. Eso no le impidió finalizar sus estudios de filosofía y consolidar su conocimiento de los clásicos.
Sus experiencias como ejecutivo de empresas diversas, y de ayuda al desarrollo a través de la ONU, le condujeron a ESADE. La formación fue su pasión. Ya tenía experiencia en este campo cuando, a finales de los años setenta, Lluís Pugès -entonces Decano de Esade- le invita a incorporarse nuestro claustro, donde encuentra el espacio para cristalizar todo lo que él era.
Es en ESADE donde Adolf realizó su gran «descubrimiento»: la empresa familiar. La estructura de propiedad importaba y determinaba el comportamiento de la empresa. Se avanzó a su tiempo y realizó lo que, probablemente, fue el primer curso de gestión de la empresa familiar que se había realizado en Europa.
Para aportar rigor metodológico y que los temas no se entremezclaran sin orden, como cuando coges cerezas de un cesto, como a él le gustaba decir, puso su energía en desarrollar un modelo que permitía entender y gestionar la empresa familiar. Su famoso Modelo de los Cuatro Planos sigue siendo todavía puntero.
Introdujo la mirada sistémica, la lógica multivariable. Para él, entender la empresa familiar requería analizar su complejidad, atendiendo simultáneamente sus diferentes dimensiones. Su formación filosófica le hizo enfatizar en la dimensión ideológica, como él la llamaba, introduciendo diferentes niveles de análisis de la empresa familiar.
Adolf fue un humanista, un hombre de debate y de conversación. Abría los brazos de su inmensa bonhomía para ayudar, dar soporte y orientar a todos aquellos que obraran de buena fe. Animaba a sus alumnos a ser emprendedores y, luego, les prestaba todo el apoyo que podía. Conmigo también lo hizo.
Su generosidad, su capacidad para compartir, su deseo de ayudar a los demás a tener éxito era proverbial. Ayudó a muchos, pero yo he sido uno de los más privilegiados. Puedo dar testimonio como nadie. Fui, y sigo siendo, su discípulo.
Adolf fue un hombre bueno, que trabajó para poner al ser humano en el centro de la actividad empresarial. Dedicó tiempo y energía a dar soporte a actividades que contribuyeran a crear un mundo mejor. Las asociaciones de ayuda a los enfermos de alzheimer fueron unas de ellas, sin saber que, con el paso del tiempo, esa sería también su realidad.
Deja tras de sí amigos y seguidores que siempre le respetaremos y le querremos; una esposa, Maria Àngels, y tres hijos, Oriol, Laia y Carla, en los que él seguirá viviendo.
Como tú dirías, Adolf: ¡ojo al dato!, pues siempre formarás parte de Esade. Aquí estamos para seguir tu legado.
Descansa en paz, Maestro, descansa en paz amigo, ve con Dios.
Autor: Alberto Gimeno.
Fuente: LaVanguardia.