En muchas ocasiones surge la pregunta acerca de si las empresas constituidas por o entre amigos son o no empresas familiares. Una primera respuesta rápida nos lleva a la conclusión de que no lo son. Pero si realizamos un análisis de mayor profundidad, encontramos que, de darse ciertas circunstancias, podemos considerar que las empresas entre amigos son también empresas familiares. O por lo menos tienen características muy similares a éstas.
Un viejo refrán dice “El amigo es el hermano que uno elige”. Si uno emprende un negocio con un hermano que eligió, si bien no nos unen lazos de sangre, sí existen vínculos y lazos muy fuertes. Estos, inclusive, pueden ser mayores que con sus propios hermanos. En otros casos, en los que el emprendimiento es iniciado y llevado adelante entre personas que no son amigas, la amistad, habitualmente, va surgiendo con el correr de los años. No solo a nivel personal entre los socios fundadores, sino involucrando también a sus respectivas familias.
Así, en ambos ejemplos mencionados precedentemente, una vez que los socios tengan una edad cercana a los 60 años y sus hijos tengan edad aproximada a los 30 años, nos encontramos con una empresa que podría estar a pasos de ser una sociedad multifamiliar, con las debilidades y fortalezas propias de una situación de esta naturaleza.