«En las crisis también se crece». Es un mantra que me he repetido a mí misma en las últimas semanas. En cuestión de pocos días, todo se ha tenido que transformar a una velocidad vertiginosa para dar respuesta a la irrupción del COVID-19 en nuestras vidas: teletrabajo, confinamiento, suspensión de actividades y cooperación en esta gran crisis, son algunas de las palabras que se repiten constantemente.

En este entorno, las familias empresarias han demostrado su compromiso social y su capacidad para dar una respuesta ágil y efectiva. En definitiva, son un claro ejemplo de que en las crisis también se puede crecer.

Las crisis desestabilizan, pero también nos permiten crecer porque desarrollamos nuevos recursos y nuevas capacidades, nos hacen resilientes. Las crisis nos confrontan con lo que somos y lo que queremos ser. Ponen a prueba el concepto que tenemos de nosotros mismos, ¿soy capaz de responder efectivamente? ¿Ahora dónde quedan mis proyectos, mis planes? ¿Debo cambiar algo para poder crecer en medio de esta crisis? ¿Cómo puedo ayudar o cooperar en la resolución de estos problemas?.

Las investigaciones en procesos familiares señalan que la resiliencia tiene un gran componente relacional, es decir, se sustenta en el tejido de relaciones con las personas significativas de nuestro entorno, las cuales nos aportan nutrición emocional y sostén para poder responder a lo nuevo. La pertenencia al grupo a su vez comporta unas creencias compartidas que aportan coherencia e inspiran en medio de las dificultades. Resolver problemas en comunidad nos permite encontrar soluciones más creativas y efectivas. Compartir el duelo nos ayuda a sobrellevar la pérdida.

La respuesta de muchas familias empresarias en estas semanas es una evidencia de su capacidad para ser resilientes ante la crisis del COVID-19. En mi opinión, dicha respuesta se sustenta en tres pilares:

1.      Flexibilidad y propósitos amplios.

Un fabricante de perfumes que empieza a fabricar geles hidroalcohólicos, fabricantes textiles que importan mascarillas y material de protección, empresas que transforman sus líneas de producción para producir respiradores, proveedores de transporte que colaboran con el traslado de material sanitario y muchos otros casos, que aún no salen en los titulares de prensa pero que son ejemplos de familias empresarias que han dado una respuesta ágil y comprometida, transformando su propósito para contribuir a la solución de esta crisis. Los nuevos propósitos aportan sentido, promueven el desarrollo de nuevas capacidades y generan esperanza para todos aquellos que forman parte del proyecto empresarial.

2.    Toma de decisiones ágil y efectiva.

En momentos como estos, el gobierno de la empresa familiar desempeña un papel crítico. Es necesario tomar decisiones de forma ágil, anticipando riesgos y logrando los resultados propuestos. Las familias empresarias activan gabinetes de crisis, aprovechan las ventajas de la digitalización y su sentido de propiedad y responsabilidad les llevan a responder con rapidez. Este gobierno también valora las necesidades y los instrumentos (de gestión, jurídicos o de bienestar familiar) que son necesarios para poder hacer frente a las pérdidas que se puedan experimentar.

3.    Conectar, comunicar y cooperar.

Profundamente conectadas con las necesidades de sus organizaciones y de su entorno, sus líderes comunican los nuevos propósitos y compromisos, a la vez que son capaces de promover y participar de esta gran red de cooperación que se necesita para poder afrontar esta crisis que nos reporta importantes pérdidas humanas, morales y económicas.

Nuevos propósitos, determinación en las decisiones y cooperación es lo que nos permitirá superar esta crisis.

Autora: Cristina Alvarado Alvarez. Psicóloga especialista en familias empresarias/ Research. Panelista Invitada por IADEF al VI SICEF 2017